“Efecto Pinocho”: la nariz te delata
cuando mientes
Pinocho,
la pequeña marioneta de madera que quería ser un niño de verdad tenía un
problema adicional: no podía mentir. Cada vez que intentaba decir una
mentira, pequeña o grande, su nariz crecía y crecía, y Gepetto, su creador, siempre
le descubría. Al parecer, después de todo, el cuento tenía algo de razón.
La nariz delata a las personas cuando mienten. No crece, pero sí cambia de temperatura. Esto es lo que han descubierto
dos investigadores de la Universidad de Granada y lo han denominado el «efecto Pinocho». Cuando una persona miente, la temperatura de la nariz
aumenta o disminuye, así como también varía su temperatura corporal en la zona
del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.
Los investigadores de Psicología Experimental de la Universidad de Granada, Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López,
han señalado que cuando los humanos realizan un gran esfuerzo mental, la temperatura de la nariz
desciende, y en cambio, cuando se sufren un ataque de ansiedad, se experimenta un ascenso general
de la temperatura facial.
Concretamente, han señalado que cuando se miente
sobre los sentimientos, se producen los cambios términos en la nariz, pero
también se activa en el cerebro una estructura llamada «ínsula». La
ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal: a más actividad de la ínsula (a
mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa.
Para determinar esto han utilizado la termografía, una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica a multitud de áreas como la industria, la construcción o la medicina.
En el siglo XX, la termografía experimentó su mayor
desarrollo tras la Segunda Guerra Mundial,
con el impulso de las investigaciones militares para detectar al enemigo. Las cámaras
termográficas se emplean para medir con exactitud la pérdida de energía de los
edificios, o como indicador de enfermedades respiratorias en animales bovinos o
de la rabia en mapaches.
Según los
investigadores granadinos, gracias a la termografía es posible detectar el
deseo y la excitación sexual, tanto masculina como
femenina, ya que se produce un aumento de la temperatura local en la zona
pectoral y en la zona genital.
La termografía también sirve para evaluar las
emociones, ya que cada patrón térmico facial es diferente y con esto se
determina lo que denominan «contagio emocional». Las personas con una
empatía muy alta, si ven a alguien sufrir, mediante descargas eléctricas en el
antebrazo, se contagian y la temperatura de su antebrazo aumenta.
Los investigadores han
obtenido huellas térmicas (patrones corporales de cambio de temperatura
específicos) del ejercicio aeróbico y de distintos tipos de baile como el
ballet. Por ejemplo, cuando una persona baila flamenco desciende la temperatura
de los glúteos y aumenta la de los antebrazos.
Fuentes de información:
Adriana Rial Justo 1º BACH-A
1 comentario:
Adriana, cuando se enteren de esta noticia en los programa de tele 5 sustituirán el polígrafo por la termografía de la naríz, ¿no crees?
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